Rodolfo Loayza Calle, propietario del restaurante Huascarán, ubicado en el Jirón Moquegua 138 en el Centro de Lima, comparte con nosotros la historia y las experiencias que han dado forma a este establecimiento de comida criolla.

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Rodolfo, antes se dedicaba al tipo de cambio y al turismo en el Jirón Ocoña, encontró la inspiración para abrir su propio restaurante después de visitar una peña que capturó su atención. Este impulso llevó a la apertura de Huascarán en 1933 en una antigua casona, inicialmente concebido como un bar con pantalla de televisión, algo muy popular en esa época.

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La evolución de Huascarán fue muy rápida, incorporando presentaciones musicales en vivo y obteniendo licencia  como restaurante turístico durante una década. Sin embargo, la crisis económica del 2002 llevó al cierre del local original, marcando el comienzo de una nueva etapa en el Jirón Moquegua.

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El restaurante se caracteriza por su auténtica comida criolla, además ofrece una variada gama de platillos a precios accesibles, adaptándose a todos los bolsillos. Rodolfo destaca que la fidelidad de los clientes, principalmente vecinos y recomendados por estos, ha sido clave para el éxito del restaurante. 

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La decoración única de Huascarán cuenta con cuadros pintados por estudiantes de arte en 1993, resaltando la autenticidad y la conexión histórica del lugar. Además, el Señor Rodolfo nos comenta que se encarga personalmente de las compras, asegurando la calidad de los ingredientes.

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La pandemia del 2020 presentó desafíos significativos para Huascarán, que opto por cerrar sus puertas durante siete meses, ya que mantener el restaurante abierto significaría más perdidas que ganancias, por lo que prefirió destinar esos recursos a sus trabajadores. Esta crisis sanitaria también provocó una reducción del 50% en su personal. A pesar de ello, Rodolfo se mantiene al tanto de la situación economía del país para implementar estrategias que no perjudiquen a su negocio.